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26 abril 2015 7 26 /04 /abril /2015 21:01

Nunca le perdoné a mi querida y extinta madre, que cuando me casé y dejé Viña del Mar, me vendiera por allá por inicios de los ´70s y por unos $ 1000 de entonces –supongo- mi antigua colección de “Estadios”, revista deportiva que compré desde niño y que llegué a coleccionar hasta poseer un buen número de ejemplares que conservé hasta esas épocas. Me resigné sin embargo y empecé de nuevo a comprar números antiguos, junto con otra de gran calidad, “El Gráfico” argentino, del que llegué a tener otra importante colección de semanarios que abarcaron desde los ´70 hasta los ´90 más o menos.

Cuando en el año 2003 nos fuimos por razones de trabajo a USA, un incendio destruyó todos nuestros muebles que dejamos en una bodega en Chile, incluyendo cuadros, libros, fotografías, souvenirs, archivos personales y múltiples recuerdos entre los que estaba la recompra de esos viejos Estadios y Gráficos. Otra vez el destino se me cruzó para impedir que siguiera atesorando esos queridos testimonios, principalmente futboleros, que llenaron lindas épocas de juventud y madurez y que repasaba de vez en cuando para rememorar goles, estadísticas, jugadores y encuentros de más de medio siglo.

Esto último porque principalmente El Gráfico acostumbraba reservar en sus páginas espacios para figuras del recuerdo, futbolistas argentinos –es lógico- que desde los ´30 o ´40 y siguiendo con las décadas futuras, marcaron fama y época en las canchas del país vecino –al principio – y luego y hasta hoy vertieron, mostraron (y hoy más que nunca muestran) su calidad por todo el mundo. He sido un sempiterno admirador del fútbol argentino. Pero consciente que en este tipo de cosas no solo hay un hoy, sino sobre todo un ayer.

Es que los periodistas argentinos en general y los deportivos en particular entienden que su público les exige escribir no solo del presente. Por eso es que en las páginas de cada ejemplar de El Gráfico 4, 5 ó 6 páginas quedaban siempre reservadas para homenajear, entrevistar o hacer revivir a esas figuras, no importando si están vivas o si ya han desaparecido. Digo “quedaban”, porque acostumbrado al estilo del periodismo local que centra el 99% de sus crónicas y atenciones en futbolistas del presente, pensaba que esa discutible costumbre muy propia de las nuevas generaciones en todo ámbito de cosas, se había tornado en semejante al otro lado de Los Andes.

Dejé de comprar el Gráfico por muchos años. El último ejemplar que tuve en mis manos debe haber sido uno del año 2005 comprado en un tránsito por Ezeiza. Hasta que días atrás con gran alegría observé una de sus tapas en un kiosco cerca de mi casa. Me refiero al genuino Gráfico argentino, no a esa réplica local de dudosa calidad que se regala a la entrada del Metro. Lo compré sin dudarlo.

Un acierto, un motivo de alegría y de grata confirmación de que ese estilo que creía olvidado, perdura, está vigente e incluso se acrecienta en el Gráfico de hoy. Los fundamentos: Unas 20 enriquecedoras páginas dedicadas por entero a futbolistas del presente. Otras tantas al tenis, automovilismo y rugby de actualidad. Unas cuantas para una riquísima estadística sobre goleadores de todo el mundo, pulcramente metodologizada y esmerada para evitar errores o distorsiones. Y nada menos que doce páginas de entrevista a un ex goleador, hoy de 80 años, que tuvo fama mundial por allá por las décadas del ´50 y ´60. Amena, entretenida, plagada de anécdotas y de vivencias de un verdadero personaje, aunque tal vez algo “fantoche” como los hay tantos dentro de ese medio. Sensibilizada con aspectos coloquiales que se dan durante la misma charla, en que el entrevistador interactúa vivazmente con su interlocutor, el que a su vez se manifiesta en sus expresiones con actitudes gestuales que ponen en evidencia su personalidad avasalladora y muy bonaerense.

El resultado: una verdadera lección de periodismo, que ojalá muchos de los de acá pudieran leer para salir de sus lugares comunes, sus monótonas repeticiones temáticas, sus muletillas y sus evidentes carencias culturales, reflejos todos de su inveterada pobreza intelectual.

Como guinda de la torta, nada menos que –entre otras- 4 páginas de una sección denominada “Jugadorazos”, dedicada a otra figura de los lejanos ´30 y ´40, y que cobra vivencia cual si se tratara de alguien que hoy sigue pisando las canchas. Y que nadie diga que se trata de exageraciones periodísticas respecto del pasado que no conocimos, porque en esa materia nuestros amigos del otro lado no necesitan exagerar y existen en su favor testimonios estadísticos históricos a todas luces indesmentibles.

Los norteamericanos en su cine admiran a Meryl Streep, a Richard Gere y a Woody Allen, por ejemplo. Pero no olvidan y citan, rememoran, recrean y perviven al unísono a Katherine Hepburn, Wiiliam Holden y Orson Welles. Así transmiten a las nuevas generaciones el mérito y valor de estos últimos, maestros y pioneros en el arte de aquellos otros.

Nosotros, en cambio, creemos que los primeros y únicos futbolistas de fama mundial han sido Alexis y Vidal. O nos quieren convencer, salvo excepciones, de que antes de Carlos Caszely nadie era capaz de marcar un gol a un equipo extranjero. No aprendemos de lo que hubo, porque esto no se investiga, no se conoce, se ignora por pereza o por comodidad y entonces nunca se difunde.

Una larga y repetitiva programación televisiva sobre los 90 años de Colo Colo no nombra al Misael Escutti, ni a Manuel Muñoz ni a Jorge Robledo y piensa que todo empezó con la Libertadores del ´91, mencionando tibiamente a la del ´73. Es que no solo carecen de erudición los cronistas deportivos actuales. También les falta calle y caen así en la monotonía del mero presente, sin darse cuenta que el aficionado vive de comparaciones, le gusta contrastar, recordar, opinar con estadísticas, escuchar de otros más longevos, saber del historial del club de sus amores, intercambiar ideas sobre sus preferencias, evocar encuentros y jornadas futboleras que vayan más allá de la miope visión del campeonato en desarrollo.

Les recomiendo pues El Gráfico en su edición mensual argentina. Por algo es un producto de exportación de alta popularidad en todo el mundo de habla castellana. Y sus periodistas actuales parecen seguir la feliz tradición de sus antecesores ya casi todos desaparecidos, pero que por lo que se ve dejaron una valiosa escuela. Me faltará tiempo para igualar en número mi vieja colección, pero los contenidos de las actuales serán igualmente enriquecedores.

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